La carne de pollo, es uno de los alimentos que puede incluirse en gran variedad de dietas y que no puede faltar en la alimentación semanal. Su consumo ha ido en aumento al cabo de muchas décadas, ya que antiguamente, se consideraba un manjar del que apenas se podía disfrutar. Actualmente, forma parte de los animales y carnes más consumidas en todo el mundo, gracias a sus múltiples formas de cocinarlo y a su gran disponibilidad.

Además de considerarse popular, es un alimento básico del día a día, cuya valoración es de calidad y muy saludable. Es una carne ligera, con alto contenido en proteína y baja en grasa, por lo que se considera muy importante en dietas para bajar de peso. Es considerada como un tipo de carne magra, teniendo en cuenta que para ello, debe quitarse la piel. En el aspecto nutricional, es importante destacar los aspectos que tiene su consumo:
- Es una fuente de vitaminas del grupo B, como la vitamina B3, B6 y B12.
- Destaca por sus lípidos insaturados, como el omega 6 y el omega 3, conteniendo el último solo en aquellos ejemplares que han sido alimentados con vegetales o criados en corral.
- Tiene un bajo contenido en grasas saturadas a comparación de la carne roja y otras procesadas.
- Sus proteínas se consideran de alto valor biológico, por lo que significa que aporta aquellos aminoácidos esenciales que el cuerpo no es capaz de producir por si mismo.
- También contiene en pequeñas cantidades, algunos minerales como el zinc, el selenio y el hierro, destacada por se una fuente rica en fósforo.
Su consumo es muy frecuente, gracias a la combinación con otros ingredientes en su elaboración, y por ser muy nutritiva, sabrosa y fácil de digerir, por lo que es adecuada para todas las personas.