¿Se pueden reutilizar las botellas de plástico?

Casi la totalidad de las botellas de plástico de agua envasada tienen un su etiqueta un icono en el que aparece la frase: ‘No rellenar’. Otras también añaden ‘por su seguridad’. Pero, ¿por qué? Aquí es donde llega la alarma, “toda la vida rellenando las botellas, y ahora, vienen con esto”.
Es cierto que en términos generales, reutilizar las botellas de plásticos no tiene efectos perjudiciales para la salud. Sin embargo, existen algunas recomendaciones para acortar la vida útil de las botellas de plástico de agua envasada.

La primera razón por la que no reutilizar las botellas de plástico es para evitar que se formen microorganismos. Siempre se quedará alguna gota estancada al final de la botella creando un entorno perfecto para la proliferación de pequeñas bacterias. Esto no ocurre de la misma forma en botellas de vidrio porque los mircroorganismos se adhieren mejor en materiales plásticos y con recovecos.

También existe la posibilidad de que el BPA o Bisfenol A, el material con el que se hacen las botellas, ceda componentes tóxicos al agua que estas contienen. La cantidad de estos tóxicos que se liberan es tan mínima que no se considera perjudicial para la salud. Aún así, el tiempo que permanenza el agua en la botella, el número de reutilizaciones y si se ve afectada por temperaturas extremas sí que pueden variar la probabilidad de ceder estos componentes.

Estas son algunas de las razones más científicas para no reutilizar las botellas de plástico. A pesar de no suponer riesgo aparente para la salud, hay un motivo cierto para no rellenar las botellas: los olores y características que puede adquirir el líquido tras entrar en contacto con una botella reutilizada. Y no solo el líquido, si no la botella que puede ser la que adquiera olores y matices que luego impregne al líquido puro.

Una solución podría ser el uso de botellas de PET, que son reciclables, reutilizables y no contiene Bisfenol A. Aunque no es perjudicial reutilizar botellas, si puede serlo al cabo del tiempo. Comprueba con este test si necesitas renovar tu botella de plástico.

El lazo que une estrés e infarto

En 2008, un estudio de la Universidad de Cambridge demostró que las crisis bancarias disparan las muertes por problemas de corazón. Según sus datos, el miedo y la angustia de ver peligrar los ahorros de toda una vida pueden provocar un aumento del 6,4% de los fallecimientos por infarto, al menos en los países ricos.

Pero éste no es el único trabajo que ha sacado a la luz los lazos que existen entre el estrés y la salud cardiovascular. De hecho, hace tiempo que los médicos saben que el corazón y el cerebro se resienten con la presión y las tensiones, aunque, hasta ahora, no estaban claros los mecanismos que explican esta relación.

Una investigación publicada en el último número de la revista The Lancet describe, por primera vez, todos los posibles eslabones de esa cadena. Y señala que la actividad de la amígdala, una parte del cerebro involucrada en el manejo de las emociones, es clave para iniciar el proceso. Es más, sugiere que la actividad de la amígdala puede ser útil para predecir, de forma independiente a otros factores de riesgo, la posibilidad de padecer un problema cardiovascular.

Aunque sus conclusiones necesitan confirmación, los autores de la investigación sugieren que el hallazgo puede ayudar a encontrar nuevas formas de reducir el riesgo cardiovascular y piden que el estrés crónico se trate en las consultas como un factor de riesgo cardiovascular importante, recibiendo una atención similar a la que se presta a otros signos de alarma, como la hipertensión o el tabaquismo.

La investigación

Para llevar a cabo su trabajo, los investigadores sometieron a 293 individuos sin problemas cardiovasculares previos a un PET-TAC, una prueba que combina dos técnicas de imagen y permite ver la actividad y el metabolismo de los tejidos y órganos del cuerpo. Después, registraron durante casi cuatro años cualquier problema cardiovascular experimentado por los participantes.

Al estudiar los datos obtenidos -durante el seguimiento un total de 22 personas sufrieron un infarto, una angina o un ictus-, los investigadores de la Universidad de Harvard, dirigidos por Ahmed Tawakol, comprobaron que los que presentaban una mayor actividad amigdalar tenían también un mayor riesgo de padecer antes un problema cardio o cerebrovascular. Esa activación se asociaba, a su vez, con una mayor actividad de la médula ósea y con signos claros de inflamación de las arterias.

Aunque los investigadores no han podido establecer una relación causal, sugieren la existencia de un mecanismo en cadena entre los fenómenos observados: los incrementos en la actividad de la amígdala provocarían un mayor trabajo de la médula ósea que, espoleada desde el cerebro, aumentaría su producción de células hematopoyéticas, como glóbulos blancos. En última instancia, estas células alterarían el estado de las arterias, provocando inflamación y favoreciendo la formación de placas de ateroma, la antesala de la isquemia.

En un subexperimento dependiente de la investigación principal, los científicos evaluaron posteriormente los niveles de estrés percibidos por 13 individuos con problemas de estrés crónico -como trastornos de estrés postraumático-. Y comprobaron que sus percepciones de estrés se asociaban con una mayor actividad amigdalar, un incremento de la inflamación en las arterias y un aumento de sustancias relacionadas con la inflamación, como la interleukina 6 o la proteína C reactiva. En concreto, los individuos que manifestaban sufrir unos mayores niveles de estrés eran también los que mostraban una mayor actividad amigdalar, así como más signos de inflamación en sus vasos sanguíneos.

«Varios estudios en animales habían señalado antes que había una asociación entre el estrés y una mayor actividad de la amígdala y la médula ósea. Sin embargo, no se había demostrado, como hace este trabajo, todo un mecanismo fisiopatológico que subyace a la relación entre estrés e infartos», apunta María Alonso de Leciñana, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (SEN), quien recuerda, con todo, que las conclusiones del trabajo deben ser replicadas por nuevas investigaciones.

Estos trabajos deberán dilucidar también si el estrés contribuye, por otras vías, a elevar el riesgo cardiovascular y de qué forma se combinan sus efectos con otros factores de riesgo cardiovascular.

A la espera de nuevos resultados, los autores de la investigación sugieren que es importante que los médicos tengan en cuenta la necesidad de abordar los problemas de estrés cuando los detecten en las consultas ya que, «más alla del beneficio psicosocial», este abordaje puede redundar en «beneficios para el sistema cardiovascular».

Para estos científicos, el estrés no ha recibido la misma consideración que otros factores de riesgo -como la hipertensión o el tabaquismo- a la hora de prevenir problemas cardiovasculares. Sin embargo, Manuel Abeytua, presidente de la sección de Riesgo Cardiovascular de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), señala que la relación entre la ansiedad y los problemas de corazón es bien conocida entre los cardiólogos y sí se aborda, sobre todo, en la prevención secundaria. «Los servicios de rehabilitación cardiaca cuentan, de hecho, con un psicólogo y psiquiatra y una de las cosas que se trabaja con los pacientes es el manejo del estrés», señala.

Uno de los problemas ligados a la consideración del estrés como factor de riesgo independiente es la dificultad de separarlo de otros signos de alarma, ya que las personas estresadas tienden a fumar más, llevar una alimentación pobre y una vida sedentaria. En este sentido, lo importante es recordar que cuantos más factores de riesgo se acumulen, mayores son también las posibilidades de sufrir un infarto, recuerdan Abeytua y Alonso de Leciñana.

Noticia obtenida de: http://www.elmundo.es/ciencia/2017/01/12/587684aa268e3ed2448b4598.html

 

¿Es beneficioso para los deportistas consumir cerveza 0,0 isotónica?

Tras un ejercicio intenso, el deportista debe reponer los electrolitos del organismo ante pérdidas importantes de energía. Es por eso que las bebidas que contienen una cantidad adecuada de agua, hidratos de carbono y minerales proporcionan beneficios necesarios para una correcta recuperación tras la práctica deportiva.

Este tipo de bebidas, conocidas como isotónicas, se caracterizan por contener estos ingredientes disueltos en el agua en niveles similares a los de la sangre: un beneficio importante debido a la rápida absorción en el intestino de este tipo de líquidos que pasan al torrente sanguíneo de forma eficaz mejorando así la hidratación y manteniendo la funcionalidad del aparato digestivo.

Una conocida marca de bebidas ha lanzado recientemente una nueva bebida para deportistas, promocionada por estrellas del deporte y presentada bajo un formato de cerveza 0,0 isotónica. Pero su salida al mercado ha llevado a la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED) y al Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) a alertar -sin especificar la marca- sobre la ineficacia de este producto, por no cumplir con los criterios y garantías necesarios para ser recomendado ni para el deporte ni para la actividad física.

Asimismo, hicieron especial énfasis en las consecuencias de comercializar este tipo de bebida bajo el nombre de una cerveza, hecho, que, según los médicos, «constituye una forma de entrada al consumo de alcohol de los más jóvenes, e incluso, de los niños». La adaptación precoz del niño u adolescente que practica deporte al sabor de la cerveza utilizando como estímulo y referencia ídolos deportivos, afirmaron los expertos, constituye un nuevo ejemplo de publicidad con clara intencionalidad subliminal contraria a la promoción de la salud.

De esta manera, la primera y única empresa comerciante de esta bebida, Mahou San Miguel, ha defendido su posición afirmando a EL MUNDO estar muy tranquilos con su producto y «muy seguros de sus propiedades y beneficios para el consumidor». La empresa cervecera con 125 años de historia asegura estar muy sorprendida con el comunicado por no responder a un «análisis riguroso» de su producto. «Los argumentos que de él se desprenden denotan un claro desconocimiento del mismo», aseguran desde la marca. Por este motivo, han enviado una carta a la SEMED y el CGCOM respondiendo, punto a punto, a sus afirmaciones que, según Mahou San Miguel, «carecen de fundamento en lo que se refiere a San Miguel 0,0 Isotónica».

Así pues, en su desacuerdo con el comunicado, la empresa cervecera ha afirmado que el mismo»se refiere en todo momento a una cerveza isotónica, no siendo el caso de San Miguel 0,0, que se presenta como una cerveza sin alcohol isotónica, elaborada respetando el proceso cervecero tradicional y con un 100% de ingredientes naturales como es el agua, un 100% de malta de cebada, lúpulo y aromas naturales». En lo que respecta a las propiedades hidratantes de esta bebida, la empresa asegura que es «altamente hidratante al contener aproximadamente un 92% de agua y no contener alcohol».

Destacan, también, la aportación de carbohidratos simples, maltodextrinas y otros componentes como vitaminas y otros antioxidantes, todos ellos provenientes de la cebada. «En el caso de San Miguel 0,0 Isotónica, gracias a una ligera modificación de su proceso de elaboración se consigue un equilibrio en su contenido de nutrientes (hidratos de carbono naturalmente presentes en la cerveza y otros componentes) que hace que esta cerveza presente propiedades isotónicas», han constatado.

Señalando ser fruto de la experiencia y conocimiento cervecero del equipo de Investigación, Desarrollo e Innovación de la empresa, señalan «la concentración en el producto de sustancias disueltas similar a la concentración de las mismas en la sangre, hecho que facilita que el agua y otros componentes presentes en la bebida se absorban de manera rápida y eficaz». Además, el producto se encuentra dirigido a adultos de entre 25 y 55 años de edad, con una vida activa y que practican deporte varias veces por semana. «A ellos se dirige también nuestra publicidad, cumpliendo fielmente el Código de Autorregulación Publicitaria del sector cervecero español», han subrayado.

Desde la marca, disienten de la visión de los médicos en cuanto a la asociación que pueda tener la cerveza y el deporte para jóvenes y niños. «Son productos que, por supuesto, no se dirigen a menores, sino a personas adultas», han subrayado.

No obstante, incluso las cervezas comercializadas como «0,0» tienen una proporción ínfima de alcohol, inferior al 0,05%. Según Mahou San Miguel, «estas trazas son insignificantes nutricionalmente hablando y son inferiores a las que pueden presentar, por ejemplo, una fruta madura. De hecho, están muy lejos del límite máximo que establece la normativa de bebidas refrescantes, con una cantidad de alcohol 10 veces mayor (0,5%). Por ello podemos afirmar que no tiene alcohol«.

Sin embargo, la SEMED y el CGCOM señalan en el comunicado las consecuencias que pueden tener una inadecuada hidratación en las actividades físicas y deportivas. «Pueden ser muy peligrosas para la salud, provocando en, algunos casos, problemas graves y desenlaces fatales». Asimismo, señalaron sus objetivos, fijados en hacer llegar a la sociedad en general- y a los deportistas en particular- informaciones veraces, asequibles y desprovistas de cualquier interés comercial, para que la actividad física y deportiva sea saludable y satisfactoria para el deportista.

Noticia obtenida de: http://www.elmundo.es/salud/2016/12/20/58455c9222601d4d4f8b45d9.html

Las graves consecuencias de la contaminación

Los efectos de la contaminación sobre la salud se empezaron a investigar en los años 50 a raíz de una situación similar a la que vive Madrid estos días, aunque con niveles de contaminación mucho menores que los actuales. La inversión térmica provocó que los niveles de dióxido de sulfuro y de partículas en suspensión se disparasen en la ciudad de Londres y los médicos comenzaron a darse cuenta de que los ingresos hospitalarios por enfermedades respiratorias y cardiovasculares aumentaban. Y también lo hizo la mortalidad durante aquellos días.

Las crisis de asma, los infartos o las exacerbaciones de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) son algunas de las consecuencias de los picos de contaminación. Pero la mala calidad del aire afecta a la salud humana no sólo durante los episodios de altos niveles, sino que también lo hace de forma crónica, incluso con medidas consideradas bajas. Los principales efectos de la exposición a largo plazo detectados por la ciencia van desde problemas del desarrollo cognitivo en niños, el bajo peso al nacer o la aparición de asma (sobre todo en niños), hasta el cáncer de pulmón, las enfermedades cardiovasculares o problemas de fertilidad.

La composición y los niveles de contaminación varían de un sitio a otro dependiendo de la intensidad del tráfico, del tipo de flota (proporción de vehículos diésel y de gasolina), del mapa urbanístico y de las condiciones climáticas.

Es cierto que existen unos límites legales máximos marcados por la legislación europea y que hay también fronteras marcadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) -mucho más estrictas que las marcadas por la ley- que no se deberían sobrepasar. No obstante, los estudios realizados en busca de los umbrales de seguridad revelan que no existen niveles mínimos para que no haya efectos sobre la salud. Con respecto a las partículas emitidas por los vehículos diésel, por ejemplo, no hay un umbral de efecto sobre la salud cero. Ni siquiera los máximos recomendados por la OMS son inocuos.

Pero esto no debe desviar la atención del problema de la mala calidad del aire en las ciudades. Cuanto menor es el nivel de contaminación, menores son los efectos sobre la salud de los ciudadanos. Ha habido ejemplos sonados, como los Juegos Olímpicos de Pekín o el fin del carbón en Dublín en los años 90, en los que una reducción drástica de la contaminación urbana hizo que descendieran los problemas respiratorios y también los cardiovasculares.

Noticia obtenida de: http://www.elmundo.es/salud/2016/12/29/58640c0fca47410a388b45a9.html