Aunque la llegada de la primavera nos produzca mayor autoestima y alegría, también puede conllevar unos efectos psicológicos que se confunden con la depresión aunque se trate de algo transitorio, debido a la adaptación de nuestro cuerpo al cambio de las temperaturas. Los efectos reales del cambio de clima, pocas veces son reconocidos, por lo que se suelen subestimar, tal y como ocurre con la primavera al aumentar las horas del día con sol y a su vez la temperatura. Con ello, se percibe otro «clima emocional» debido a lo que ya sabemos, que es el bueno tiempo que invita a salir y produce las denominadas hormonas de la felicidad, como la oxitocina, la serotonina y la dopamina.

No obstante, los cambios de la primavera pueden ser un tanto difíciles de afrontar al principio, lo que se conoce como astenia primaveral, un tipo de malestar que ocurre por la adaptación del cuerpo a los cambios en las condiciones de luz. Es importante aclarar que no se trata de un cuadro patológico, ya que suele confundirse con la depresión y por lo tanto, tampoco requiere de medicación. Algunos efectos psicológicos más frecuentes que se dan en la primavera son:

• Irritabilidad.
• Dificultad de concentración.
• Fatiga y cansancio.
• Pérdida de memoria.
• Alteración en el ánimo.
• Cambios en el apetito.
• Reducción de deseo sexual.
• Pérdida del cabello.

Esto no tiene por qué afectar a todos, ya que afecta a cada persona de forma particular, por lo que hay que tener en cuenta que dichos efectos son transitorios y no superan las dos semanas de duración. Para muchas personas, la llegada de la primavera supone todo lo contrario, lo que significa que pueden volver a encontrarse con su cuerpo, tras haber estado oculto y tapado durante los meses fríos de invierno.